viernes, 1 de junio de 2012

MANIOBRAS Y MAS MANIOBRAS (1971)

Lo he comentado en el artículo del Jaizkibel. Lo recuerdo y amplío de nuevo.El Jaizkibel y las Peñas de Aya eran casi nuestro segundo cuartel. Entre los obligadoss ejercicios semanales de tiro y las salidas más largas, fue casi una milicia en la montaña.

Me tocó subir andando con la tropa, en camión con la munición, disparar con pistola en competición con el teniente  siempre para acabar la munición,  dormir en camión con el perro de la Compañía para guardar las armas, dormir en la tienda del capitán que él prefirió el camión,  subirle  la bandera para "conquistar" la cima del Jaizkibel...  ¡Llegué a ir de maniobras recién convaleciente de una operación con anestesia y en quirófano en Donosti.!

La montaña me gustaba. Sigue encantándome. Las armas, nunca. Pero supe convivir dignamente con ellas y hasta aparentar que me gustaban.  Intereses obligan. No tenía la ambición de hacer blanco ni de ganarle al "guerrero" joven teniente de academia. Quizás por eso casi lo conseguía. Se picaba y me apreciaba.  El día anterior a licenciarme, él estrenó tiro con una nueva bazoka como ejemplo para la numerosa Compañia  y al segundo bazokazo me "invitó" a mí como distinción, que no podía negarle. Creo que los dos le dimos al blanco, una roca a la que era imposible fallar. Pero el petardazo, la humera y el retroceso que te metía en el hombro eran de aupa. El 8 de octubre de 1971 dejé mi huella "destructiva" en el Jaizkibel... y al día siguiente me despedí de las armas, 42 pistolas que yo custodiaba cerca de la Furrielería, de la guerra y de los guerreros obligados. Y, por agradecimiento, educación y cortesía, también de los mandos "profesionales". 

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